Winnicott, psiquiatra infantil británico decía que hay dos aspectos esenciales en un ambiente familiar que permite el crecimiento saludable de un niño: contacto y espacio. El contacto implica encuentro, poder ver, tocar, establecer sintonía, conexión y recibir atención. Esto permitirá que el niño desarrolle confianza, fuerza interior y autoaceptación. Sin él crecen temiendo en el abandono, la pérdida o la privación con tendencia a la dependencia. Además el niño necesita espacio para poder ser él mismo, para sentirse satisfecho con él. Sin él se siente controlado, asfixiado, se centra más en satisfacer a los padres que en contactarse con sí  mismo.

El amor tiene dos cualidades nucleares: calidez y apertura que son inherentes a nuestro ser. La calidez es nuestro impulso a tocar, establecer contacto, acoger, abrazar y disfrutarlo. La apertura es nuestra capacidad de dejar ser, de permitir, de admitir y de recibir a los otros como son, proporcionándoles espacio suficiente, sin tener que dominarlos o someterlos a nuestro antojo. Este dejar al otro ser es la mayor ternura que podemos ofrecer a los que amamos.

 

Welwood , John  en Amor perfecto, relaciones imperfectas, Editorial Grupo norma, año2008, Pag 48.